jueves, 13 de octubre de 2011

EL CARISMA VICENTINO, UNA FORMA DE VIVIR EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

En la Iglesia, Cuerpo de Cristo, hay diversidad de miembros y en éstos, diversidad de dones y carismas que sirven para unir a los hombres y para poder presentar el Evangelio a la humanidad en todas las dimensiones que la circundan” (1 Cor. 12,4-6).
Querido jóvenes y asesores de JMV LATINOAMÉRICA, me es grato saludarles en nombre del Equipo coordinador latino, quienes además de enviarles la convocatoria a nuestro VII EMLA, nos felicitarnos mutuamente por la fiesta del Apóstol de la Caridad: San Vicente de Paúl, fundador de la Congregación de la Misión (Misioneros Vicentinos), de las Hijas de la Caridad y de la Asociación Internacional de las caridades (Voluntariado Vicentino). Él ha dejado para nuestra Iglesia, y sobre todo para nosotros miembros de la familia vicentina, un estilo de vida, muy particular, que consiste en servir a Dios, siguiendo a Jesucristo evangelizador de los pobres (Lc. 4,16-20). Eso es lo que pretendemos vivir en nuestros países y sobre todo compartirlo en el próximo EMLA, con sede en Ecuador.
Cuando hablamos de Carisma nos referimos a la gracia que Jesús deposita en el corazón de las personas, aquellos que le descubren en el caminar de la vida y que al enamorarse del Señor le siguen con alegría y compromiso. Así le pasó a Vicente de Paúl, aunque, al principio, sus intereses personales no eran tan santos, Dios le salió al encuentro para transformarlo y encargarle una gran misión: Seguir a Cristo: Adorador del Padre, Servidor de su designio de amor y Evangelizador de los pobres.
¿Cómo entender y vivir, aquello que Vicente descubrió en su encuentro con el Señor?. Como JMV lo hemos de vivir teniendo en cuenta las notas propias de la asociación. Desde nuestro ser eclesial y Mariano, hemos de ser: Adoradores del Padre que implica un gran amor a Dios y un cumplimiento fiel a su voluntad (Mt. 1,25-27). Desde nuestra nota Misionera: hemos de ser Servidores de su designio de amor que implica la fuerza de la obediencia en la misión hasta entregar la propia vida. (Lc. 22,39-46). Y desde nuestra nota Vicentina hemos de ser, jóvenes Evangelizadores de los pobres que ha de traducirse en nuestra vida como un imperativo profundo que nos impulsa a proclamar el evangelio a los más desvalidos y necesitados (Mt. 8,16-17).
Qué importante, queridos miembros de JMV, continuar la obra de Cristo (predicación y caridad). Hoy, el Señor, nos llama con insistencia a seguirle, revistiéndonos de su Espíritu. Tomemos conciencia que desde nuestro bautismo (Nota laical), el Señor nos ha elegido para continuar su obra, siendo misioneros apasionados de Dios, dándonos por entero a Él, desde nuestro ser Iglesia.
El seguimiento que nos propone Vicente, además de total y esforzado, ha de ser audaz y contemplativo, es decir tener la capacidad de descubrir el rostro de Cristo en el rostro de los pobres. Den la vuelta a la medalla, decía el apóstol de la caridad, a las Hijas de la Caridad y a sus Misioneros, que detrás del rostro de los pobres está Jesús. Seguir a Jesús como discípulo, es saber que no estamos solos en el camino, pues nos reconocemos como Iglesia que trabaja en comunión y participación en el anuncio del evangelio y en el servicio a los pobres. Así lo hizo Vicente de Paúl.
Hermanos, desde el proyecto común a la santidad, a ejemplo de la vida de Vicente de Paúl, y unidos a la familia vicentina les invito a comprometernos en el servicio y promoción de los menos favorecidos de nuestra sociedad: los Pobres.
Bendiciones.

P. Arturo Aguirre Rojas, C.M.
Director Nacional de JMV Perú
y Asesor Latinoamericano

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