Al conmemorar los 150 años de la llegada al Perú de las Hijas de la Caridad y de los padres Vicentinos, de una manera sobrenatural queremos levantar el corazón a Dios para darle gracias porque a través de estas hermanas y hermanos nuestros en 150 años ha bendecido abundantemente a nuestro Perú a través de la fidelidad de estos padres y hermanas. A título personal puedo decir que mi padre siendo muy joven, 18 o 20 años, tuvo la suerte de participar de las reuniones de la Acción Católica en Miraflores que dirigía el padre Placencia.
Mi madre tuvo una de sus tías, Sor Rosa Larrabure, -mi tía Elvira- dejó todo de una familia buena, y entró a esta vocación; la recuerdo siempre en el Hospital Loayza de la época, donde estas religiosas eran el alma de ese centro hospitalario. Y además el Opus Dei al que pertenezco nació en un convento de los padres paúles en Madrid.
Los santos dejan huella, los demás no dejan nada. Los santos, hombres y mujeres en el silencio del trabajo dejan huella. Basta ver esta Basílica Catedral con tanta gente; es una pequeña señal de cómo ha querido Dios bendecir el trabajo de esas hermanas y hermanos nuestros que nos han precedido; por eso por la comunión de los santos, también elevamos nuestra oración por las almas que tal vez espera esta ocasión para dar el salto al cielo y nos encomendamos a los que ya acompañan al Señor después de haber luchado.
El profeta Isaías en la primera lectura, nos relata “el espíritu del señor está sobre mí porque el Señor me ha ungido”, ¡ahí está la clave de la santidad! ‘el Señor me ha ungido’. Con el bautizo, la eucaristía, la confirmación, la confesión frecuente, el Señor me unge una y otra vez. Decía Juan Pablo II “no se trata de inventar un nuevo programa, el programa ya existe se centra en Cristo mismo al que hay que conocer, amar e imitar”. Tarea para cada uno de nosotros siempre actual, de esa manera -continúa el profeta- ‘podemos vendar los corazones, consolar a los afligidos, transformar con Él las almas’.
La oración siempre da frutos
Son tiempos en que hay que recordar la centralidad de Cristo, verificar en nuestras vidas si es Él quien actúa, si lo busco, si tengo confianza. La oración real, sincera, siempre da frutos. Por eso San Pablo a los Corintios dice: “Por Él son ustedes en Cristo Jesús, sabiduría, justicia, santificación y redención”.
Hermanos de manera especial a ustedes que celebran con gozo estos 150 años descubran una vez más esa maravillosa dimensión de la Iglesia, esposa de Cristo, siempre bella, siempre pura, siempre sacramento de salvación, misterio del amor de Dios, ese pueblo congregado en la unidad del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Esa unidad con Cristo en su Iglesia para ustedes, de manera especial, en la vida religiosa, supone una permanente fidelidad a esos santos fundadores. Santa Luisa de Marillac, San Vicente de Paúl, siempre actuales, siempre vivos, siempre puntos de referencia. ¿Qué quiere Dios de mí?, ¡Míralo, mírala, estúdialo!
Una mirada a los fundadores
De un tiempo a esta parte el Santo Padre de una manera constante, siempre que se dirige a la familia religiosa, les recuerda con enorme entusiasmo: “Mira a tu fundador”, todo este fruto que vemos aquí es huella de los Santos que los han precedido.
Busquemos cada día la voluntad de Dios a través de la vida de los santos fundadores siguiendo el carisma de ellos y obedeciendo a los superiores, la unidad es condición de vida; por eso cuando vemos en estos días que el Santo Padre con una valentía que agradecemos le recuerda al mundo en esta Cuaresma que hay Infierno y no está vacío, se ha dado una cierta conmoción de los fariseos y de los cínicos. Pero gracias a Dios, el Santo Padre, con su valentía, nos toca la campana que ¡hay que luchar que son tiempos de conversión!, ¡que el demonio cosecha a manos llenas si nos dormimos cuando baja la oración, cuando los sacramentos son rutinarios, cuando el trabajo es un trabajo flojo, cuando la obediencia se deja un poco de lado! Hermanas y hermanos esa mirada en los fundadores es garantía de fruto de fidelidad y de unidad.
¿Y en las bienaventuranzas que encontramos? El retrato del alma de Cristo, si quieres dibujar su alma, repasa una a una las bienaventuranzas y mírate en ellas, procura tener los mismos sentimientos, tener los mismos gozos y por lo tanto, procura unirte a ese modo de ser de Cristo. Exclamación maravillosa ¡Dichosos! Y al final de todo dice una cosa muy bonita, ‘porque vuestra recompensa será grande en el cielo’, en la vida eterna, allí cuadran las cuentas, aquí abajo ¡no! La santidad no tiene normalmente éxito humano, pero el tiempo con la gracia de Dios produce estos frutos, por eso vuestra recompensa será grande en el cielo.
Hermanos los invito en estos tiempos de Cuaresma a meditar con frecuencia en la eternidad, en esa dimensión de la vida eterna adquiere una medida real nuestra vida diaria; siempre mira tus gozos, dolores, ilusiones, proyectos, planes, ponle como fondo la vida eterna y verás como hay algunos aspectos de tu vida que adquieren un nivel muy importante y habrá preocupaciones y dolores que adquieran una dimensión pequeñita. Ustedes han privilegiado ese amor a los pobres, vuestra recompensa será grande en el cielo.
Pedimos a la Virgen de la Medalla Milagrosa que nos ayude a rectificar la intención, a purificar nuestros pensamientos cada día, buscando en todos nuestros hermanos el rostro de Cristo. Alguno podrá decir: Una homilía muy espiritual. ¡No! Si las cosas no parten de Cristo ¡no dan fruto!, desde Cristo, con Él y en Él harán maravillas en todos los lugares donde trabajan y el Señor bendecirá con abundantes vocaciones tan urgentes, y bendecirá con fidelidad para que en todas las comunidades se viva ese amor a Dios y ese amor al prójimo.
Padre General que la Virgen los bendiga, que su paso y estadía en el Perú esté lleno de frutos y gracias por su trabajo en el Perú en estos 150 años.
Así sea.